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lunes, 15 de enero de 2024

 STEWART COPELAND VIO EN STING “SU BOLETO DE COMIDA”....


Stewart Copeland ha recordado el momento en que vio a Sting por primera vez y se dio cuenta instantáneamente de que el bajista iba a ser su “boleto de comida”.

Corría 1976 y Copeland tenía una noche libre con Curved Air, su banda de rock progresivo de entonces. El baterista contactó al periodista Phil Sutcliffe para ver si había algún concierto que valiera la pena ver.

“Sutcliffe nos llevó a ver la banda local de cool jazz que se llamaba Last Exit. Y tenían un bajista de aspecto bastante útil”, recordó Copeland durante una aparición en The Bob Lefsetz Podcast..

Copeland ya había estado planeando irse de Curved Air para formar su propia banda, y estaba buscando músicos talentosos que pudieran unirse a él. Específicamente, necesitaba un bajista y alguien que pudiera cantar, y Sting hacía ambas cosas en Last Exit.

“Pero mejor que todo eso fue el carisma obvio del tipo. Ese carisma que brotaba de cada poro. Y miré al tipo y dije: ‘Ahora hay ahí un boleto de comida’”.

Copeland pronto convenció a Sutcliffe (o, más específicamente, a la novia de Sutcliffe) para que le diera el número de teléfono de Sting.

Días después, Copeland llamó a Sting para hacerle una propuesta. El baterista fue claro: sólo quería a Sting, no al resto de la banda, y trató de cortejar al bajista con promesas de sesiones de fotos, conciertos y éxito.

“Sigue hablando”, fue la respuesta de dos palabras de Sting. Lo justo para que el entusiasmo de Copeland aumentara aún más.

“Así que seguí hablando y agaché sus oídos con mis grandiosos planes y mi convincente certeza”, recordó el baterista.

Semanas más tarde, Sting llegó al apartamento de Copeland en Londres para tocar.

Copeland recordó la química musical instantánea entre ambos:

“Él se acercó, le puse un bajo en la mano, me puse detrás de la batería y comenzamos a tocar. Y, oh Dios mío, nos elevamos, nos lanzamos hacia las galaxias exteriores. Cavamos profundamente en las entrañas de la tierra. Avanzamos como un ejército invasor. Fuimos rastreados y retirados hacia una conmoción sutil, sutil. Y como en todos los lugares a los que vamos, es genial y genial, y estamos atrapados en el ritmo. Es el santo grial de toda interpretación en conjunto, que se llama el bolsillo. Teníamos un bolsillo”.

La electrizante sesión improvisada convenció a Copeland de que había encontrado a su nuevo compañero de banda.



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