Online sound

sábado, 22 de febrero de 2025

HISTORIAS NO CONTADAS DE PERSONAJES DE LA MÚSICA.


«Lo único que realmente me ha gustado a últimas fechas es la propuesta de un tipo llamado Lee Mavers. Tiene una actitud y un estilo que me parecen excepcionales».

Cuando en 1991 el todopoderoso Eric Clapton echó florecillas públicas al capitán de The La’s, éste ya había desmantelado a su cuadrilla, dejando todo como un suceso efímero que sentó las bases, sonido y cortes de cabello del britpop. Un grupo del que esencialmente se recuerda una tonada alegrona titulada «There She Goes» que hace que todos los que la canten, lo hagan casi siempre del mismo modo: recitando las dos frases iniciales del pegajoso estribillo e intentando imitar el falsete de Lee Mavers, ese que suena al de un niño emberrinchado y que provoca tanto placer como una caricia detrás de la oreja. Y después, no hubo mucho más. La agrupación duró lo que una canción.

Enemigo de las celebrities y afecto a tener cero individuos a la redonda con los cuales entablar conversación, el malencarado líder de The La’s ha sido -acaso por esto mismo- venerado por muchos como un genio extraviado en la estantería del rock británico cuyo legado bien puede reducirse a un par de párrafos que describan su canción insignia, lanzada originalmente el 31 de octubre de 1988 y relanzada en un par de ocasiones. Una pieza de hondo misterio que ni siquiera posee un entramado lírico con pistas a seguir.

Así bien, un sinnúmero de especulaciones la acompaña por siempre, un chismorreo agigantado por la propia extinción de la banda. Muchos aseguran que «There She Goes» refleja una adicción a la heroína tan poderosa como las ganas de comer («There she blows, there she blows again, pulsing through my veins…«), pero a su autor jamás le interesó confirmar tal suposición on the record. Tampoco tuvo ganas de desmentirla. Jarro de agua fría a todo.

Lo que sí se dio fue un acercamiento con el escritor Daniel Rachel, a quien Lee le regaló unos minutos para su libro de 2013, Isle of Noises: Conversations with Great British Songwriters. Ahí reveló que padeció una adicción a la heroína, pero cuando ya corrían los años 90. Los tiempos, por tanto, se descuadran.

Quienes acompañaron a Mavers en aquella breve y turbulenta aventura musical tampoco se han pronunciado con la claridad esperada. «No tengo idea. La realidad es que no quiero saberlo. Las drogas y la locura suelen ir de la mano. La gente a la que conoces toda la vida, es estable, pero luego ya no», afirmó en 2001 el bajista de The La’s, John Power, a The Independent.

Con esa dulzona guitarra jangly que engorda la nostalgia, «There She Goes» sigue avanzando en el tiempo en piloto automático, interpretada con más regocijo que congoja por miles y miles que en su memoria conservan el coro de la canción aunque no tanto el nombre del grupo.

Una bella canción, una de esas maravillas desamparadas cuyos verdaderos padres miran desde lejos, sin el mínimo deseo de aparecerse un día a reclamarlas. Acaso Lee, cada vez que escucha el arranque del single en cualquier sitio, piensa: «Ahí va, ahí va de nuevo…» Y ya, no hace más olas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario